viernes, 23 de julio de 2010

Caída Libre


Qué mejor y más ostentosa emoción nos entrega una caída libre. Imagino mi cuerpo en un avión, con una tensión inédita en mi vida, comenzando un viaje sin retorno al alto cielo incoloro. Subimos poco a poco, con nervios, miedos a lo desconocido, pero subí de todas formas. En el camino al punto de salto, comenzaba a pensar en cada uno de aquellos momentos vividos en una tierra que será la causante de mi muerte en pocos segundos. Alegrias, Penas, Sin Sentimientos y Sentimientos vanos que a veces, por muy paupérrimos que fuesen, daban un sentido de pertenencia a algo de lo que nunca fui parte. Sigo subiendo, y ahora el avión planea, jugando con la seguridad otorgada por el hombre en una máquina. Mientras escucho que llegaremos pronto al punto en donde un paso adelante significará mi autodestrucción, sigo imaginando la montaña rusa de mi vida. Cuántas veces salí en búsqueda de algo y encontré algo distinto, que sin lugar a dudas fue mejor que lo que anhelaba hayar; pero que, a pesar de ser mejor, generó una caída más fuerte en la montaña rusa, en donde el éxtasis se lograba sólo al volver a subir. "Es hora de saltar". Un paso, una caída, una muerte, mil recuerdos dejados atrás y una vida vivida en la más perfecta imperfección. ¿Tiene sentido el éxtasis si no podrás contar que lo sentiste? Decido saltar, porque no es necesario que recuerden al muchacho miedoso que había subido al avión, sino que yo recordaré cada momento que pasé, que llore, que busqué y lo atesoraré, para que, al llegar a tierra, comience rápidamente mi viaje devuelta al cielo, pero esta vez, sin un avión.

No hay comentarios: