jueves, 15 de julio de 2010

¿Por qué sonríes?


Innumerables son aquellas cuestionables preguntas que, recelosas de una contestación innecesaria, se fecundan en nuestro pensar, alcanzando nuestros labios y que irradian ondas por las cuales se transmiten. A veces, aquellas dudas son parte de una constante falacia que hemos construido durante un largo camino. Otras, son meramente cuestiones que no alcanzamos a comprender. Pero muchas de aquellas ocasiones en las que hemos formulado una, lo hacemos sin entender el sentido de nuestras palabras.
¿Cómo te llamas? es una pregunta que, a pesar de ser una de las primeras en nuestra lista, no genera una dubitativa respuesta.
¿Cómo estás? Cuántas, tantas y tontas veces hemos hablado sin desear respuesta. Una pregunta puede generar el peor de los desagrados en un ambiente de pleno regocijo en el cual nos encontramos inmersos por nuestras propias experiencias, actuando con felicidad por mi felicidad.
¿Por qué sonríes? Sin embargo, se genera una verdadera cuestión cuestionable ante este cuestionamiento. ¿Desde cuando ha sido la risa una causal para dudar? ¿No es acaso aquella acción natural, una demostración de que el tren de la vida va por una vía correcta? Sin duda, hoy en día, ésta es una de las preguntas más recurrentes. ¿O acaso haz visto sonreir a mucha gente al rededor tuyo? Nuestra vida, aún en tinieblas, se jacta de hacernos penetrar en lo más profundo de los no sentimientos, de las no acciones y de las no emociones, simplemente para no alterar aquel perfecto y simétrico funcionamiento de la vida del otro. Una sonrisa cambia todo. Una mirada fria y aspera, sin emoción, sólo continúa aquel frondoso y monstruoso camino por el cual hemos de andar constantemente.
Creo que la pregunta debería ser ¿Por qué no sonríes? y simplemente, el cambio de enfoque, haría cambiar este viaje, por el cual hemos de encontrar tanto el llanto, la tristeza y el sufrimiento, como la risa y la felicidad.

No hay comentarios: